miércoles, 19 de agosto de 2015

Notas sobre la historia de la central de Seira (14): La Société Civile Française des Charbonnages de l'Esera




 
En el año 1584, reinando Felipe II, comienzan a aparecer las primeras ordenanzas que regirán la explotación minera en España. Tras algún tímido intento de modernización, en 1825, Fernando VII encarga a la Junta de Fomento el desarrollo de una nueva ley para “promover por todos los medios posibles la felicidad de [sus] vasallos”…

Las minas en estos momentos son de la corona -a la que representa el Rey- y su explotación es señorío real, por lo que su adjudicación es potestad del monarca –las regalías-. Son muchas las leyes que se promulgan en el siglo XIX para  modernizar el pais y abandonar estas prácticas feudales y en el año 1868, el Ministro de Fomento, Manuel Ruiz Zorrilla, presenta una nueva ley de minas para, según sus propias palabras, abolir “las absurdas y monstruosas ordenanzas de Felipe II”.

Esta novedosa legislación faculta que “todo español o extranjero [pueda] hacer libremente, en terrenos de dominio público” excavaciones para la búsqueda de minerales. Estas, de un tamaño máximo de diez metros, también se denominan  calicatas.  Si se realizan en terrenos cultivados o privados, requieren el permiso de los propietarios. 

 En uno de estos campos ribagorzanos –no conocemos si público o privado-, el  mes de diciembre de 1892, “unos caballeros que, por su continente y habitos, nos [parecen] extranjeros”, visitan estos rincones del Alto Aragón, armados de unas curiosas herramientas, y van picando aquí y allá.
Los dos franceses que realizan estas calicatas son Ingenieros de Minas y uno de ellos, Monsieur Magnon, es el técnico de la expedición. También participa en la misma el español Teodoro de Sierra –exdiputado según los periódicos- y propietario de la concesión. Como promotor de la visita, por la parte financiera, les acompaña el empresario francés Jules Daisson.

Esta prospección, a tenor de los informes que obtiene Monsieur Magnon, tiene un resultado inmejorable pues, según sus conclusiones, se pueden extraer dos mil toneladas diarias de carbón “sin necesidad de pozos ni galerías, simplemente a cielo descubierto”. Teodoro de Sierra, como representante de la sociedad, solicita las nuevas ampliaciones a sus concesiones que sugiere el informe y el 1 de febrero de 1893 se constituye en Burdeos la Société Civil Française des Charbonnages de l’Esera, figurando en la misma como Administrador delegado de la Sociedad en Madrid.  La sede de la nueva  Sociedad está en Paris y su Consejo de  Administración está compuesto por importantes políticos y militares de ambos paises.

En la primavera de este mismo año, lejos de allí, los ribagorzanos no están por la labor de dichos experimentos mineros, pues la impenitente sequía está acabando con sus cultivos y se suceden las “rogativas por los pueblos de esta católica comarca para implorar del Todopoderoso, por intercesión de sus patronos, el beneficio del agua para los agostados sembrados”. Afortunadamente el agua llega y las romerías se suceden para agradecer al “Altísimo tan señalado favor”. Según los cosecheros se espera una buena cosecha de vino que permitirá pasar esta sequia con menos penas…

Pero no todo son malas noticias pues a finales mes de abril, “están terminadas casi del todo las obras del hermosísimo puente de hierro…de Morillo de Liena...”, de la carretera de Benasque que  lentamente está mejorando los accesos al valle. 

Al margen de estos avances –verdaderamente transcendentes para el devenir de la iniciativa de la sociedad carbonifera-, siguen las discursiones en los medios de comunicación españoles sobre la rigurosidad del informe de Monsieur Magnon y la existencia de tal cantidad de carbón, como él defiende, o la falta de rigor que le achaca Román Oriol –Director de la Revista Minera-. Un nuevo movimiento de la carbonífera promueve la oferta de obligaciones por doce millones de francos y desata nuevas críticas a los dirigentes de la sociedad.


  
Jules Daisson.
Gallica / Bibliothèque Nationale de France

No se conocen explotaciones que avalen la necesidad de ampliación, ni tampoco se ha extraido una sola tonelada de carbón, “ni han dado un solo jornal en la zona”, comenta airado un vecino en un artículo de la Revista Minera. Esta noticia transciende las fronteras, llega a Francia y se publica en un periódico especializado, desatando la polémica sobre el tema. M. Daisson contesta a los opositores, hay diferencias entre los socios y, al final, acaban en los tribunales.

Transcurren varios años sin noticias y es en 1898 cuando, sin mucho revuelo, la sociedad cambia el nombre y se convierte en una sociedad anónima. Jules Daisson conserva el control de la misma y las concesiones. 

Algunos lectores, a estas alturas, se estarán preguntando: Todo esto parece interesante, pero, ¿qué tiene que ver con Seira y su central?. Pues bastante más de lo que podría parecer a primera vista…
M. Daisson, el promotor de todo este embrollo, cree inminente la contienda de su país con Alemania y plantea como tesis lógica que invada a su vecina Bélgica, nada más comenzar las hostilidades, para abastecerse de carbón. Por el otro bando Francia estaría desabastecida de carbón y debería  garantizar, en caso de llegar a esta situación, el suministro del combustible para las dos divisiones, o cuerpos del ejército francés, la 18 y 19, que tienen su localización cerca de los Pirineos. 

Pero, se preguntarán, ¿como piensa transportar el carbón desde las minas a nuestro país vecino?. Pues muy sencillo, con un ferrocarril eléctrico que suba desde Monzón, como un ramal de la vía de Zaragoza-Barcelona y discurra por el valle del río Ésera hasta Benasque siguiendo las directrices de un descartado proyecto ferroviario.



Moliño Dalmau, José, Memoria sobre el Ferrocarril Internacional..., 
Barcelona,1884 / Fundación Hospital de Benasque 

En 1888, José Moliñó Dalmau, ya había desgranado las opciones posibles para conectar los dos paises a través de los Pirineos. En contra de toda lógica y siguiendo las más rancias y caciquiles órdenes, se elige la opción más larga y dificil –el trayecto por Canfranc-. Aparcada queda la opción del Ésera, que es la que plantea Daisson y la que conecta de manera más rápida el Mediterraneo con Francia. En cualquier caso,  el ser el mejor trazado no lo exime de una importante inversión, y de esta manera justifica la sociedad carbonifera la necesitad de esos doce millones de pesetas que ha pedido en forma de obligaciones para poder instalarlo.  

Pero esta no es la única cuestión pendiente para M. Daisson pues necesita unas concesiones hidráulicas que le permitan “alimentar” mediante centrales eléctricas el ferrocarril que sueña. Tras los problemas de su empresa, estos años no ha estado inactivo y  ha vuelto a constituir una nueva sociedad. Ahora se denomina “Charbonnages & Forces Motrices de l’Aragon” o en su versión castellanizada como “Sociedad de estudios de la minas de carbón y Fuerzas Motrices de Aragón (sic)”. Ha refrescado sus contactos con las “fuerzas locales” -con Manuel Camo al frente- y desde el periódico de éste –El Diario de Huesca- elogian los “inteligentes estudios” y “su incansable actividad” para promover “el bienestar [de] esa comarca altoaragonesa”.

Probablemente estas volubles alabanzas las haya escrito el oscense Luciano Labastida, fiel escudero de M. Daisson, que le ha servido para alisar cuantos impedimentos ha encontrado en sus gestiones. La sociedad, con su interesada colaboración, ha solicitado nuevas concesiones  mineras y ya tiene, entre otras, 1.481 hectáreas en Bisaurri. También le han  adjudicado  varios  aprovechamientos hidroeléctricos. Uno de ellos está en el lado francés –de unos 3000 caballos- y el otro, de 6.300 caballos –en los estiajes más bajos-, está ubicado en el río Ésera, y toma sus aguas en la partida denominada Puente Argoné. La casa de máquinas de este salto se ubicará en Argoné, junto al barranco Avechachas. 

Aquí es donde entra en confrontación con los intereses de los promotores de la instalación de la central de Seira. El primigenio proyecto de la misma, realizado por el ingeniero zaragozano Francisco Bastos Ansart, requiere la instalación de varios saltos consecutivos para permitir una explotación rentable. El alto coste de la línea de alta tensión hasta Barcelona obliga a disponer de una potencia mínima a transportar -no menor de 60.000 caballos de vapor- para obtener unos razonables beneficios. Bastos ya adquirió una concesión para dicho proyecto –“El Salto de El Run”- y ha solicitado otra denominada “Puente Argoné” para realizar el proyecto, pero entre ellas, tiene una concesión –la de M. Daisson- que no es suya. 

La concesión de Bastos ha acabado, como ya conocemos, en Catalana de Gas y Electricidad. Las dificultades que ha generado la Primera Guerra Mundial han complicado todo, pero el proyecto sigue adelante. La Sociedad “de las fuerzas motrices de Aragón” no ha tenido la misma vitalidad y su concesión es un mero trámite administrativo. Aún así la Sociedad solicita una ampliación de la misma por ocho años. Le conceden dicha prórroga y así  pueden seguir hasta el año 1918 especulando con la misma.

Los proyectos de Daisson han quedado, como parecía en un principio, en un mero intento especulativo. Ni se ha sacado carbón de las minas, ni se ha construido el romántico ferrocarril eléctrico que debía atravesar el valle del Ésera. Pero mejor que sea Luciano Labastida el que nos explique de primera mano su relación con M. Daisson y el devenir de su sueño:

“un subdito francés…concesionario de las minas de Bisaurri, vino a Huesca con eficaces recomendaciones para don Manuel Camo, de elevadas personalidades de la política y de la banca. Pretendía la formación en el extranjero de una Sociedad constructora de un ferrocarril que permitiese la explotación de la cuenca carbonífera del valle de Castejón. El Señor Camo, aquel hombre extraordinario en cuyo corazón tenían cabida todos los impulsos hacia el bienestar de su tierra; que, experto conocedor de su provincia, se daba exacta cuenta de sus conveniencias y necesidades, le abrió los brazos con su habitual cortesía, prometiendo prestarle cuanta ayuda hubiera menester en aquella gigantesca empresa…Desgraciadamente dejaron pronto de existir el señor Camo [1911] y monsieur Daisson, y el asunto quedó estacionado en el ministerio de Fomento…”



Manuel Camo

Luciano Labastida llega a ocupar el puesto de alcalde de Huesca y  muere el año 1926. La concesión hidroeléctrica de Fuerzas motrices de Aragón pasa a los herederos de los promotores y, años después, en 1918, es adquirida por Catalana de Gas y Electricidad. El año 1946, pasada la Guerra Civil Española, se crea Hidroeléctrica de Cataluña, coge el testigo de la catalana y emprende el proyecto de construcción de Argoné. Dos años más tarde se pone en funcionamiento el primer grupo de la central. Todavía pasará un tiempo hasta la puesta en marcha del segundo grupo. Y tras esta, por circunstancias de explotación, se desmantelará el Salto de Puente Argoné quedando la Central de Argoné como único testigo de los sueños de Monsieur Daisson.



Por José Antonio Cubero Guardiola
Este artículo se publicó en el número 15 de la revista "Els tres llugaróns", Abi, Seira y Barbaruens, editada por las asociaciones culturales de dichos pueblos en el verano de 2015